Atalanta Madera, el legado de un oficio ancestral
Atalanta Madera, el legado de un oficio ancestral
Isabel y Ana vienen pisando fuerte en el mundo de la tornería artesanal en madera por derecho propio. Son la séptima generación en su familia, crecieron viendo a su abuelo y a su padre dominar el oficio y desde su taller Atalanta Madera en Berres, Galicia, recuperan técnicas de siempre con una mirada de hoy. Se sienten torneras artesanas de corazón y de profesión, no se ponen puertas ante nada y alguno de sus diseños más emblemáticos han llegado hasta la prestigiosa Tate Gallery del Reino Unido. Hablamos con ellas para acercarnos a un proyecto que deja huella e inspira.
Enamoradas de un trabajo artesano y secular
Isabel Neira es licenciada en Químicas y Ana Neira en Historia del Arte y con estudios de Diseño. ¿Y entonces? Este oficio les atrapó desde niñas porque crecieron escuchando contar historias de tornos y torneros, oír hablar sobre la magia de la madera… Y, sobre todo, vieron a su abuelo y a su padre practicarlo con pasión, dominando las técnicas ancestrales de un oficio ligado a su familia desde el siglo XIX.
Cortesía Atalanta Madera
Todo ocurría en la parroquia de Berres, un lugar en el Concello de A Estrada (Pontevedra) que siempre ha estado ligado a él y donde llegó a haber más de 30 talleres en activo. Puede decirse que es la cuna de una extensa saga de artesanos torneros que supieron adaptarse a los nuevos tiempos con la llegada de las primeras fábricas de muebles a la zona, a comienzos de siglo, destacando por su maestría.
Tirando de datos históricos, en el catastro del Marqués de la Ensenada para el cobro de impuestos al rey Fernando VI a partir del año 1749 ya existía un inventario de quienes ejercían este oficio complementario a la agricultura en esta aldea. Pues bien, el apellido Neira era el más frecuente.
Torno de vara hecho a escala por su abuelo.
Los recuerdos de su abuelo siguen muy presentes en ellas, el cual les contaba que era un trabajo para hacer en casa, sobre todo en invierno y cuando no se podía salir al campo. Primero con el “torno de vara” (ocupaba una habitación y parecía un telar), después con el de pedal y finalmente, con la llegada de la electricidad, con el torno eléctrico. Él fue testigo de toda esta revolución en un oficio tan arraigado en la historia de la familia. Historia que ellas decidieron continuar con el nacimiento de su proyecto y su marca comercial en los años 90; Atalanta Madera.
Cortesía Atalanta Madera
Una mirada plural, respetuosa y sin sexos
A pesar de ser un oficio muy de hombres, Isabel y Ana no han sentido un trato diferente. “Mi padre fue un hombre muy apreciado y respetado en su profesión. Sólo sabía hacer las cosas bien o muy bien y que su hija se quedara al frente del torno solo podía significar que era una buena profesional”, cuenta Isabel. “Hoy en día hay tan pocos torneros que discriminar por género no es una opción. “Puede parecer extraño, pero en mi forma de abordar los proyectos tiene más peso mi formación como química”, concluye.
Cortesía Atalanta Madera
Eso por un lado, por otro, no consideran que su mirada profesional tenga un matiz femenino. Su filosofía es intentar que la gente vuelva a ver la madera como un material de uso cotidiano (en la cocina, en el baño en zonas comunes de las viviendas, etc.). Al afrontar un nuevo diseño para su catálogo, lo esencial es que la pieza sea estéticamente armónica, que la madera elegida sea la más adecuada y que el objeto resultante sea funcional. De hecho, cuanto más saben sobre el uso de un futuro elemento torneado, mejor logran adaptar el diseño a esa utilidad.
Cortesía Atalanta Madera
Espíritu renacentista en todo el proceso de trabajo
Todo lo que se descubre ahora en la web de Atalanta Madera es obra de estas dos mujeres. Entre las dos diseñan, tornean, trabajan sobre el acabado más apropiado y lo más natural posible, idean distintos tipos de packaging bajo conceptos de sostenibilidad y reciclaje innovadores… Han concebido su proyecto recuperando el espíritu renacentista que hay en los artesanos de toda la vida, volcados en controlar todo el proceso de producción.
Cortesía Atalanta Madera
La aventura comienza supervisando las maderas que emplean, apostando por las de proximidad y de talas controladas. “Mi madera favorita es el abedul. Se trata de una madera autóctona abundante y antiguamente muy utilizada para el menaje de cocina, pero no muy valorada. Me gusta el árbol y me encanta la madera, tiene unas vetas muy personales y distintas. Se tornea muy bien, se lija mejor y los acabados con aceites naturales quedan de 10”, confiesa Isabel.
Cortesía Atalanta Madera
Un taller en Berres donde nacen proyectos personalizados
El nombre Atalanta Madera marcó un antes y un después en la historia de esta familia de torneros artesanos. Hasta finales de los 90 el taller siempre se había llamado con los nombres de los torneros que habían estado al frente. Pero con la incorporación de Ana al proyecto tuvieron claro que había llegado la hora de crear una marca comercial capaz de representar sus trabajos torneados, acabados y comercializados, por aquel entonces piezas de iluminación y pequeño mueble auxiliar. Ella convenció a su padre de que el taller debía vivir todos esos cambios.
Cortesía Atalanta Madera
Aunque el nombre tardó en llegar y surgió de una tormenta de ideas junto al diseñador gráfico, no hubo dudas sobre cuál sería su logotipo; la figura de un par de caballos contrapuestos igual que una pieza de madera de boj tallada por su abuelo a navaja y por la que sienten un gran cariño.
En medio de un mercado tan competitivo, ellas se sienten una isla. Son de los pocos talleres que quedan en Berres y afrontan sus proyectos de manera personalizada, con mimo y esmero para ofrecer a sus clientes justo lo que necesitan en campos muy distintos. Es su sello diferenciador y el hecho de ser un taller modesto les permite ofrecer un concepto de artesanía a la carta a través de proyectos de tiradas pequeñas.
Cortesía Atalanta Madera
Actualmente, siguen realizando trabajos de tornería pura y dura, por ejemplo torneando réplicas de los balaustres de una escalera de principios de siglo, o columnas y patas para un mueble de comedor restaurado. Y a la vez menaje para locales de hostelería preocupados por la estética y funcionalidad de su local.
Lecturas innovadoras sin olvidar el pasado
Desde este taller rural Isabel y Ana disfrutan haciendo lo que más les gusta hacer; mantener un oficio secular pero con una lectura de hoy. Gracias a esa revisión logran plantear una visión íntegra en sus trabajos donde las técnicas de siempre tienen cabida, pero apostando por diseños de líneas sencillas, funcionales y atemporales. Es su sello de identidad.
Cortesía Atalanta Madera
Les preocupa la pérdida de técnicas tradicionales, sobre todo como una pérdida de conocimiento ligada al mundo rural. Aunque algunas están vinculadas a procesos que han desaparecido, otras aún siguen cumpliendo un papel importante para mantener una circularidad en los procesos productivos, prolongar la vida de los objetos o darles una segunda vida.
Innovar, seguir aprendiendo y afrontar retos nuevos es vital en su forma de entender la tornería en madera. Quizá por eso en 2012 iniciaron la línea de trabajo que mantienen actualmente. Desde el oficio tradicional que tanto quieren proponen nuevos diseños para objetos cotidianos, sobre todo menaje, y a la vez nuevos usos para elementos de madera, como las pajitas de saúco reutilizables. En su oferta caben desde accesorios para el baño y la cocina, a pequeños juguetes para los niños y conjuntos de picnic.
Pajitas de saúco reutilizables – Atalanta Madera
“Estamos empeñadas en recuperar la madera como material de uso cotidiano y si es torneada mucho mejor”, comenta Isabel. Esto explica que una de sus piezas estrellas sean los platos hechos en abedul, recuperando así una madera tradicionalmente usada en la zona para el menaje por su resistencia a la humedad y su facilidad para trabajar con fáciles acabados.
Son piezas delgadas (apenas tienen 1,5 cm), de bordes muy finos y una gran superficie de emplatado que son terminadas con barniz apto para uso alimentario. Gracias a ello, los platos de madera se comportan como los de cualquier otro material en cuanto a limpieza y mantenimiento y de paso un acabado así les permite introducir colores translúcidos que dejan apreciar las vetas de la madera.
Piezas Picnic en abedul – Atalanta Madera
Diseños de líneas sencillas para una sociedad global
En el taller de estas dos tornearas artesanas no pueden faltar las herramientas tradicionales para el torneado en madera de gran calidad, junto con herramientas de carpintero de toda la vida. Algunas son utensilios de las que desconocen su antigüedad pero sí saben que fueros usadas por su abuelo.
Algunas de las herramientas tradicionales para tornería que conservan en su taller.
Gramil hecho por su padre, sirve para marcar el centro de las piezas a tornear en el taller.
Cortesía Atalanta Madera
Están convencidas de que las herramientas tradicionales y las nuevas soluciones tecnológicas, como las herramientas eléctricas, son complementarias y confiesan que no tienen una favorita, aunque estéticamente los compases empleados para medir diámetros interiores son espectaculares. Y si hay que pensar en un momento especial se quedan con uno; cuando la pieza de madera va evolucionando en el torno.
Dentro de sus creaciones, Isabel confiesa que siente debilidad por el cascanueces porque fue su primer diseño en solitario y porque les ha traído muchas alegrías, como haber estado a la venta en la tienda de la prestigiosa Tate Gallery del Reino Unido.
Cascanueces – Atalanta Madera
Una artesanía ejemplar en sostenibilidad y reciclaje
El proyecto de estas dos mujeres torneras gallegas también sobresale por su férreo compromiso en cuidar a su entorno natural más cercano, en no dañar al boque junto al que crecieron. Con las maderas tan excelentes que se pueden encontrar en él, ¿para qué traerlas de otras zonas con lo que acarrea en contaminación para el planeta? Son maderas procedentes de explotaciones madereras con certificaciones de sostenibilidad.
Cortesía Atalanta Madera
También los restos de poda o los trozos que por su tamaño serían desechados en la industria tiene interés para ellas, suelen ser reservados para hacer los diseños más pequeños. Todo con un objetivo clarísimo; intentar generar el menor residuo posible, favorecer una relación sostenible con la naturaleza.
En cuanto al packaging de Atalanta Madera, es una lección de reutilización constante. Bajo el lema “El mejor residuo es el que no se genera” promueven entre sus clientes seguir reutilizando, reaprovechando, con iniciativas como envolver los envíos en virutas generadas durante el proceso de torneado que después es posible aprovechar en macetas para mantener húmeda la tierra de plantas. O emplear redes de pesca reutilizada o tela sobrante de la industria textil que su cartera de clientes ve como un valor añadido a su trabajo.
Cortesía Atalanta Madera
Isabel y Ana están orgullosas de sus creaciones, sencillas en los diseños pero concebidas para durar en el tiempo. También les hace felices pensar que algunas de sus piezas están en las mesas de grandes chefs, gallegos y de otros rincones del mundo, y sentir que aún tienen mucho por ofrecer asumiendo nuevos desafíos, como embarcarse en proyectos colaborativos junto a otros artesanos. Les encantan los retos, no cansarse de aprender…
Es el consejo que le darían a un joven que empieza en este oficio; mantener siempre la curiosidad como parte de su magia.