Imagen: Guillermo Rodríguez
Este artesano de la ebanistería se considera un novel en su oficio porque como se suele decir, acaba de llegar a él a pesar de su trayectoria meteórica con su proyecto Taller Belluga. Su amor por este material le viene de niño, aunque no haya carpinteros en su familia y hasta hace nada su profesión fuera la fotografía. Pero en plena pandemia se reencontró con la madera cambiándole la vida y despertando en él una pasión sin límites. Sus muebles y objetos de autor sorprenden por su belleza y llamativa rigurosidad y aspiran a perdurar en el tiempo.
Finca Belluga: el lugar donde empezó todo
Imagen: Guillermo Rodríguez
La historia de Guillermo Rodríguez y su pequeño taller de carpintería es una historia cargada de emotividad y bellos recuerdos porque está situado en un lugar muy especial para él; una finca familiar en medio del campo llamada Belluga donde ha sido muy feliz con los suyos. Qué mejor manera de iniciarse en este oficio, rodeado de valiosos recuerdos que de alguna manera han dado sentido a su nuevo rumbo vital y profesional como ebanista artesano.
Gracias a su padre, artista escultor, descubrió la madera cuando era un niño y quizá sin saberlo se enamoró de ella para siempre. “Me fascinaba su taller, tengo el recuerdo de tocar sus herramientas cuando él descubrió la madera y dejó la piedra porque se enamoró de ella. Incluso construyó un violín para mi hermana porque en casa tocábamos instrumentos de cuerda”, comenta.
Imagen: Guillermo Rodríguez
Después de un largo paréntesis en los que la vida le llevó por otros derroteros profesionales ejerciendo la fotografía en Madrid y otras ciudades, Guillermo se reencontró con este lugar tan cargado de simbolismos. En él decidió instalarse, montar su taller para recuperar su relación con la madera y experimentar la satisfacción de crear algo con las manos. “Empecé a realizar cucharas de madera” confiesa.
Desde ese momento para él ha sido vital formarse con profesores como Sebastián Mateu y Germán Peraire, así como no dejar de estudiar a los mejores y ver tutoriales de grandes maestros ebanistas de la talla de Hernán Costa y sus explicaciones magistrales sobre cómo debe realizarse una cola de milano. Guillermo es un autodidacta en constante aprendizaje y siente un gran respeto por lo que conlleva ser ebanista. Le cuesta pensar que lo es porque a nivel formativo se considera casi un iniciado. “La ebanistería se estudia siempre, la puedes complicar todo lo que quieras”, concluye.
Un ritmo de trabajo pausado y minucioso
Imagen: Guillermo Rodríguez
Cuando Guillermo afronta crear una pieza de madera maciza, siempre la concibe como una obra singular con un diseño propio de autor donde hay mucho de él. Y el tiempo invertido en este proceso creativo no cuenta porque se siente cómodo con una línea de trabajo pausada, que le permite recrearse en cada detalle, utilizar ensambles y uniones hechos mediante técnicas de siempre o contemporáneas.
Además, es su manera personal de devolver la deuda que, a su juicio, un oficio como este tiene con la naturaleza, con el árbol. “Algo que ha tardado tanto en crecer, poder dedicarle todo el tiempo necesario para construir un mueble o un objeto… es lo justo”, argumenta. Por eso hacer un gabinete con cajones le supone tres meses de trabajo con fines de semana incluidos. Para este carpintero novel cada mueble es una aventura que no sabes cuando finaliza.
Como todo ebanista, también posee un listado de maderas favoritas. Confiesa sentir debilidad por el cerezo, el roble, el arce y, por supuesto, el nogal: “es impresionante trabajar con él y tampoco he podido resistir usar ébano”, afirma. En general le gustan mucho las variedades europeas y americanas y en cambio le cuesta trabajar con las tropicales.
Si hay algo que le resulta muy motivador es ver cómo actúa la luz natural sobre ellas al manipularlas en el taller. Por ejemplo, nos cuenta que una superficie de arce rizado es fascinante según cómo sea iluminada por la luz, la pieza se vuelve tridimensional. Para alguien tan visual como él contemplar momentos así es un verdadero privilegio.
Imagen: Guillermo Rodríguez
Muebles que pasan de generación a generación
Imagen: Guillermo Rodríguez
Le inspiran muchísimo y sigue de cerca el trabajo de maestros carpinteros como Kenji Suda, G. Nakashima, Kristian Frandsen o Beatriz Zuazo e Israel Martín en España. También confiesa tener debilidad por el mid-century en general. Aún son muchos los retos nuevos que le quedan por afrontar, siempre afianzando lo conocido, y avanzar en ciertos campos de la ebanistería le permitirá cumplir algún que otro sueño, como construir una silla. “Tengo muchísimas ganas, me gustaría que fuera sutil en las líneas y con el punto justo de robustez”, detalla.
Imagen: Guillermo Rodríguez
Los muebles de madera maciza que Guillermo idea, diseña y hace como el artesano que es, son el resultado de un trabajo largo en el tiempo y meticuloso. Pasa muchas horas con estas piezas, establece un vínculo con ellas y están concebidas para perdurar. Su objetivo es ofrecer al cliente algo especial, un mueble hecho para que ocupe un lugar importante en sus vidas.
“Es muy bonito que los muebles tengan una historia detrás, que puedan pasar de una generación a otra” comenta. Pero su venta no siempre es fácil porque obliga a tener claro que es importante apostar por menos y mejor en la equipación de los hogares. Un reto que implica reeducar y concienciar a las personas. Esa es su visión porque, como él dice, no se ve trabajando en una gran cadena.
Herramientas manuales, pasión incondicional
En el taller de Guillermo Rodríguez las herramientas manuales son las protagonistas y reconoce sentirse especialmente bien en contacto con ellas. Aunque no le da la espalda a la tecnología y a la maquinaria, siempre que la puede evitar la evita, sin importar que eso suponga invertir mayor dedicación. Para él lo ideal es encontrar el equilibrio entre ambas, pero un equilibrio singular donde el 60 por ciento del trabajo es manual y el 30 por ciento con maquinaria.
Cree que un proyecto de ebanistería íntegramente a mano exige una destreza y rapidez solo al alcance de algunos maestros que para él son verdaderos referentes, como Israel Martín. Y a nivel sensorial, está convencido que las herramientas manuales aportan mucho más. “El contacto que experimentas cuando trabajas con ellas no te lo da una máquina y además ésta precisa un mantenimiento más complejo”, asegura.
Imagen: Guillermo Rodríguez
Pero también es consciente de que seguir avanzando implica familiarizarse con nuevas herramientas, como por ejemplo la fresadora. Dentro de su propia evolución y continuo aprendizaje llegará su momento con ella y el nuevo reto superado le permitirá afrontar diseños más curvos o redondeados.
Puestos a elegir de todos estos utensilios los cepillos manuales de carpintero le hacen especialmente feliz, casi como un niño cuando se adentra en una juguetería. Y siempre que viene a Madrid, procura escaparse por Comercial Pazos para ponerse al día en herramientas manuales de carpintería, descubrir los últimos modelos y hacer alguna que otra nueva adquisición. En este negocio experto puede encontrar una amplia oferta con marcas líderes naciones e internacionales:
– Herramientas manuales para carpintería: desde formones occidentales y japoneses, a martillos, cajas de ingletear, sierras y serruchos occidentales y japoneses, etc.
– Cepillos manuales de carpintero: incluye cepillos de ebanista, metálicos, de madera, etc.
– Maderas cortadas: desde maderas cortadas y listas para ser usadas, a filetes de madera, grecas y motivos de marquetería.
Un mundo a favor de la madera
Es optimista acerca del futuro de la ebanistería: “Aunque el consumo está muy integrado, las personas cada vez tienen más ganas de estar rodeadas de madera, de que las cosas perduren y de conocer a los artesanos que las han hecho. Incluso tomarse un café con ellos”, concluye.
Imagen: Guillermo Rodríguez
Siempre aprendiendo, absorbiendo conocimientos de los que manejan con maestría este oficio y sabiendo que la práctica del día a día también es aprendizaje. Así se ve este hombre tranquilo y alejado de la palabra los próximos años, ilusionado con la idea de que esta etapa tan bonita como ebanista que está viviendo dure mucho más.
Tengo que pedirles disculpas.
La primera y única noticia de su empresa, fue su dirección de correo electrónico. Pensé en aquel momento que era de Barcelona, y les pedí información sobre un producto, en lengua catalana!
Al recibir su amable respuesta a mi petición, y pasarles el pedido posteriormente, ya no era posible corregir mi error. Agradezco su interés, y reitero mis disculpas. Gracias
Hola Jaume, muchas gracias por su amabilidad, entendemos que España es un país con muchas lenguas y usted, pensando que le entendíamos, se ha dirigido a nosotros usando su lengua, así que no tiene por qué disculparse.
Ja ens agradaria parlar totes les llengües cooficials!
Saludos!